A veces, la unión entre dos seres que aparentemente se aman, no es más que la puerta a un infierno que se va descubriendo con el devenir de los años. Eso es lo que descubrieron con dolor los que tuvieron la desgracia de acompañar a Jaime en el trayecto de su vida.
El débil carácter, la desidia, y una desmesurada tendencia al alcohol; hicieron de la vida de Jaime, y de aquellos que quisieron acompañarle hasta el final de su breve viaje por el mundo real, el infierno del que trata la primera parte de esta historia de errores humanos, de pasiones mal entendidas, de cariños que matan...
Derrotado, solitario y alcoholizado; Jaime regresa a la casa de sus padres. Desde allí, un pequeño, abigarrado y desordenado cuartucho en el que pasará sus últimos días, y a través de su vieja máquina de escribir, nos irá relatando como un hombre puede destruirse a sí mismo.
Así, su voz en off, nos irá desentrañando los entresijos de sus pensamientos, de sus anhelos...; ¿o tal vez sean las voces de sus propios fantasmas los que nos hablan?. En todo caso, iremos paulatinamente descomponiendo al hombre visible, para adentrarnos en las tinieblas de su invisibilidad, de su alma, de todo aquello que no trasluce al exterior.
En una segunda parte, y después de la muerte de Jaime, será su propia hija la que releve a este en la explicación de su pasado. Un pasado que le llevará a un extraño viaje por los lugares en que estuvo. Donde conocerá a Inma, y a un hermano: luz y esperanza en un futuro mucho mejor. Pero para ello, antes, tendrá que moverse en un mundo de tinieblas, de lo inmaterial, de lo intangible...
Reconfortada al fin de su pasado y reconciliada con su padre, volverá de nuevo a la luz del presente, mucho más real, esperanzador y risueño.
Manolo Guerrero